Pinta colores bonitos.
Es el mensaje cargado de simbolismo en el que Antonio Martínez Ares
supo brillantemente conjugar en el Carnaval de Cádiz las emociones
en una lección de fortaleza, de ilusión y de vida, el despertar de
la resiliencia en quien sufre, esa fuerza interior motivadora para
crecer ante la adversidad, que todos poseemos y que a veces
necesitamos de alguien que nos acompañe e, incluso, que nos guíe.
Cuando la capacidad de
gestión de las emociones o del control de la realidad desbordan el
sufrimiento mental resulta necesaria la ayuda profesional. Este
sufrimiento mental requiere de intervenciones especializadas de un
equipo multidisciplinar de profesionales de la salud mental, donde la
enfermera especialista en salud mental desempeña un importante
trabajo desde un enfoque integral de la persona como ser
biopsicosocial, fomentando en los pacientes la capacidad de
afrontamiento en situaciones difíciles, la resolución de problemas,
el crecimiento y el desarrollo personal, ayudándole a detectar sus
propias capacidades y a ponerlas en marcha, a participar de forma
activa en su entorno y en su proceso de recuperación, repercutiendo
en una mejora de la calidad de vida. Para ello utiliza la relación
terapéutica basada en la confianza y la comunicación como
instrumentos básicos de trabajo. En el desarrollo de sus
competencias valora, diagnostica, planifica, ejecuta y evalúa los
cuidados de enfermería de salud mental dirigidos a pacientes y a
usuarios, a su familia y a la comunidad, en el marco de la promoción,
la prevención, el tratamiento y la rehabilitación de la salud
mental a lo largo del ciclo vital.
Sin embargo, no es
precisamente un carnaval lo que estas enfermeras, expertas en
motivación y en cuidados de salud mental, tienen que vivir ante la
Administración andaluza, que tras 20 años de existencia oficial de
la especialidad se niega a reconocerles la categoría profesional,
vigente en el resto del territorio nacional. Andalucía lleva dos
décadas formando enfermeras especialistas en salud mental pero no
las reconoce.
Tras cursar uno de los
grados que requiere más nota de acceso, Enfermería, superar unas
duras oposiciones y un periodo intensivo de formación especializada
vía EIR por los diferentes dispositivos de salud mental de la red
pública, estos profesionales, altamente cualificados y considerados
a nivel nacional, se ven obligados a emigrar a otras comunidades
autónomas que se rifan, literalmente, sus servicios nada más
acabar, dejando desprovistos de cuidados de excelencia de salud
mental a una población andaluza que ve como despilfarra cada año
cientos de miles de euros de los contribuyentes en formar a estos
profesionales obligados a irse.
La ausencia de una
categoría profesional y de una bolsa de empleo específicas de
enfermeros especialistas en salud mental en Andalucía hace que estos
puestos de trabajo sean cubiertos por los enfermeros generalistas que
en ese momento se encuentran disponibles en la bolsa general y que,
normalmente, nunca han trabajado en salud mental, no están formados
para prestar unos cuidados de excelencia y, en muchos casos, carecen
de la necesaria vocación y motivación que requiere el abordaje de
la enfermedad mental. Sería
impensable que un dermatólogo atendiera la consulta de cardiología
o que una enfermera de laboratorio atendiera los partos en lugar de
una matrona. Decenas de enfermeras especialistas en salud mental se
encuentran trabajando actualmente en servicios tan dispares como
cuidados intensivos, cirugía, traumatología, digestivo o medicina
interna en el sistema sanitario público de Andalucía, mientras que
las vacantes que van surgiendo en los dispositivos de salud mental
son cubiertas por enfermeros generalistas. Y esta falta de
optimización de los recurso se traduce en una peor calidad de los
cuidados.
Los
profesionales sanitarios con titulación oficial de especialista
deben desempeñar sus funciones en los servicios para los que fueron
formados.
El
enorme riesgo de las conductas suicidas, de los brotes psicóticos,
de las depresiones severas o las anorexias graves, entre otras muchas
patologías mentales, hace que requieran un abordaje de cuidados
enfermeros que posea los conocimientos, las habilidades y las
herramientas necesarias que la formación especializada brinda y que
la enfermería generalista no está cualificada para ofrecer. Las
características complejas de la psicopatología, que conjuga
alteraciones bioquímicas y respuestas mentales, llevaron a una
necesaria especialización de los cuidados, que necesita ser
respetada para garantizar unos cuidados de calidad que redunden en el
bienestar del paciente y de la familia. La patología mental puede
llegar a ser altamente incapacitante y de consecuencias devastadoras.
El
fomento de la vinculación afectiva entre padres e hijos y de la
perentalidad positiva como factores protectores para la enfermedad
mental, la detección precoz de signos de psicopatología en la
infancia mediante talleres de observación del juego que permitan una
intervención temprana, la creación de grupos de habilidades
sociales en los diferentes periodos de edades desde la infancia a la
edad adulta para el adiestramiento de habilidades sociales y el
fomento de la socialización entre iguales, las escuelas de padres
para el manejo educacional de los hijos con dificultades, el
asesoramiento para la psicoestimulación parental de los niños con
espectro autista y el manejo de sus dificultades en su proceso
evolutivo, las intervenciones protocolizadas desde el equipo
multidisciplinar en los programas de primeros episodios psicóticos,
de trastornos de la conductas alimentarias y de trastornos de
personalidad, la participación en los programas de coordinación
interdisciplinar con Atención Primaria, con Educación, con
Servicios Sociales, con la red de apoyo social a la enfermedad mental
de Andalucía (FAISEM) y con asociaciones de pacientes y familiares,
las actividades psicoeducativas grupales y los talleres de
relajación, los seguimientos de Enfermería y las visitas
domiciliarias que permitan trabajar la vinculación terapéutica, la
adherencia y la identificación precoz de las descompensaciones, la
intervención en crisis, la participación en programas específicos
de rehabilitación y reinserción social del paciente con enfermedad
mental, la participación en las diferentes comisiones de la Unidad
de Gestión Clínica y en la docencia del personal especialista en
formación son, entre otras muchas actividades, las desempeñadas por
las enfermeras especialistas y para las que han sido adiestradas.
El
nivel de competencias de las enfermeras especialistas en salud mental
les hace ser imprescindibles en la atención integral al paciente
con problemas de salud mental.
Este
sinsentido de la Administración andaluza por la falta de
implantación de la categoría profesional, incomprensible en el
contexto nacional y maltratante con los pacientes y con los
profesionales, ha llevado a la creación de la Plataforma
Andaluza de Enfermeras Especialistas en Salud Mental
(PAEESM), que cuenta con más de 300 profesionales andaluces
adheridos, trabajadores del Servicio Andaluz de Salud en su mayoría,
y que demandan la implantación efectiva de la categoría profesional
de Enfermera Especialista en Salud Mental en Andalucía, aprobada
hace más de dos años pero que la Administración tiene bloqueada.
La plataforma PAEESM
cuenta con el apoyo unánime del Consejo Andaluz de Enfermería, de
todos los sindicatos más representativos de la mesa sectorial, de
las direcciones de las unidades de gestión
clínicas de salud mental de los principales hospitales del sistema
sanitario público de Andalucía y de las asociaciones de pacientes y
familiares con problemas de salud mental. Así mismo, se han recogido
miles de firmas de una sociedad que reclama unos cuidados enfermeros
de excelencia para los andaluces que sufren enfermedad mental y se
sienten discriminados con el resto de España.
Ramón Terrón Moyano, Enfermero Especialista de Salud mental para la PAEESM